Lo que dice la historia de la Eyaculación Precoz
Actualizado: 3 dic 2021
Uno de los aspectos que más llaman la atención de nuestro pasado, gira en torno al rendimiento sexual. Hasta hace muy poco, el desempeño sexual del varón se medía básicamente por la firmeza de la erección y la capacidad de tener hijos. De hecho, la eyaculación precoz era entendida por muchos como una característica natural y normal del varón y no como un problema.
Que un hombre terminara rápido hablaba de su ímpetu y no tenía la connotación peyorativa que tiene en la actualidad. ¿por qué?

Existía una censura social y religiosa que prohibía el deleite sexual femenino. La sexualidad era entendida exclusivamente gratificante para los hombres. La mujer veía con buenos ojos que el varón durara poco en el acto sexual. Una relación efímera rara vez le despertaba las hormonas sexuales a la mujer y a la vez le permitía estar lejos de los prohibidos deseos libidinosos, de tal forma que entre menos durara el varón, más mujer y más decente podía ser ella.
Mientras el hombre cumpliera con la cópula y expusiera la mujer a la fecundación, su faena estaba cumplida con creces. Esta visión de la sexualidad se vino abajo en los años 60, con el despertar sexual femenino: la mujer comienza a entenderse como un ser sexuado, que puede disfrutar el acto sexual y que puede experimentar las sensaciones orgásmicas. De inmediato, surge una gran limitante: si el hombre termina rápido, la mujer queda al margen del deleite. La frustración sexual femenina se hace presente y es justo ahí donde el hombre comienza a percatarse de las implicaciones sexuales de la eyaculación precoz.
